La escena que estás a punto de ver, tuvo lugar en Austin, Texas. Nuestro protagonista se encuentra sentado frente a una tienda, tocando su guitarra y cantando. Después de un rato, un hombre se acerca y comienza a cantar junto a él de manera espontánea. Pasa un minuto y otro transeúnte no puede evitar unirse a ellos, cantando y rapeando. Un momento increíble en el que la espontaneidad y el amor por la música pueden más que la timidez y el miedo.
La prueba de que la música, al igual que muchas otras formas de arte, puede unir y conectar, aunque sea por un momento, a tres perfectos desconocidos. No te lo pierdas: